Las movían como olas del mar que vienen y van... Al ritmo del repique del tamborito, bajo el sonido del abrir y cerrar del fuelle del acordeón y al grito de la saloma, las autoridades y colaboradoras del Registro Público de Panamá lucieron y movieron sus polleras.
Allá 'onde uno, por las calles de Las Tablas, el Registro Público de Panamá participó en el Desfile de Las Mil Polleras, registrando la belleza del traje típico nacional y la alegría del pindín del folclore. El pueblo lo reconoció y felicitó a la alegre delegación de la entidad registral, la cual era encabezada por el subdirector General, José Manuel Torres; la directora Administrativa, Ledalancie Fraiz y la directora Regional de Los Santos, Charlie Broce.
En la concurrida representación había polleras de varios modelos: la marcada en cruz, zurcida calada, sombreada, blanca de lujo o la sencilla y la montuno. Sobre las cabezas, no solo titilaban los tembleques, también brillaba el oro de las peinetas, el peinetón, la pajuela, los parches o dolores. De las orejas, guindaban los zarcillos, las lágrimas, las dormilonas, mosquetes, botones de filigrana o argollas. En los cuellos también pendían las muestras de la riqueza y el lujo de la orfebrería tradicional.
Los hombres no se quedaron atrás, lucieron la camisilla, el sombrero a la pedrá y las cutarras, no obstante las que se robaron el show fueron ellas, quienes ataviadas con la pollera dejaron claro que aunque la moda imponga las gasas o sedas, "ninguna panameña cambiaría por nada su pollera..."